La otra fase de esta enseñanza es conocer “el origen de los robustos”, las personas de eminencia bíblica, casi todas, vienen de una situación pobre, estéril, a lo mejor caótica. Casi siempre los escenarios de los robustos de Dios son de desdicha, Abraham venía de Ur de los Caldeos, una región pagana llena de idolatría. El libertador Moisés fue hijo de una esclava hebrea. El soñador José, hijo del suplantador, que hacía cierto tipo de trampas. David en el salmo 51 cuando pide misericordia, dice “en pecado me concibió mi madre”, nos sugiere por esa expresión que él era algo así como Jefté, no era un hijo legítimo, por eso comprendo por qué razón Isaí no lo toma en cuenta a la reunión cuando llega el profeta Samuel, la ley hablaba acerca de estos hijos, no podían participar en las cosas sagradas. No calificó según la ley, pero sí según el amor, el que no calificaba sería “el rey de Israel” que Dios iba a levantar en su debido tiempo. A Gedeón cuando lo busca el mensajero de Dios, Gedeón le contestó que él era el menor de una familia pobre.

Pedro, el discípulo violento, hablantín, tempestuoso, a veces acertaba, otras no, a veces lo usaba satanás, otra lo usaba el Señor, ese Pedro que, después fue lleno del Espíritu Santo, multitudes esperaban la sombra del ungido del Señor porque aún su sombra libertaba y sanaba, un campo de poder fluía de la llenura del Espíritu Santo a través de Pedro. Era conocido como un hombre tosco de palabra, pero en sus primeros dos mensajes se convirtieron 8,000 personas. A veces puede haber mucho conocimiento y nadie se convierte. Las multitudes se convertían y había un toque innegable del poder de Dios. Esto nos habla de ponernos en las manos de Dios, de meternos con Dios, de dejarnos discipular. El poder de Dios se muestra en la debilidad. Tengo que poner el balance, porque Pablo fue un hombre muy preparado secularmente, asistió a la mejor universidad de la época, hablaba varios idiomas, era influyente en la sociedad, un hombre a quien Dios llevó ante reyes y autoridades para testificar de Cristo, aunque tuvo que padecer por la causa. Si estás preparándote, sigue haciéndolo, porque la preparación Dios la usa también para glorificarse. Dios no llevó a Pedro ante el rey, pero sí llevó a Pablo. Mujeres estériles, son varias, fueron las que Dios utilizó para que vinieran no solamente profetas, sino patriarcas. Sara madre de Isaac. Isaac se casa con una mujer estéril llamada Rebeca, y Dios le da la sanidad y es madre de Jacob, otro patriarca, la menospreciada Ana, madre del profeta, juez y sacerdote Samuel. Elizabeth, de ella nació el más grande de todos los nacidos en la tierra, pero en el reino de los cielos era el más pequeño, Juan el Bautista.

¿Recuerdas tu principio, cuando eras pequeño? Ahora que Dios te ha levantado, que has salido adelante, ¿recuerdas a la gente que creyó en ti? Cuando David estaba en la cueva, solo los “amargados y desdichados” le acompañaban, cuando estuvo en el trono le sobraban amistades. Vale la pena que honremos a los que nos conocieron cuando estábamos muy escondidos. Gedeón era un acomplejado, no calificaba para un guerrero, de una tribu olvidada llamada Manasés, de una familia pobre. Los títulos de estos hombres no eran los más adecuados para llegar a las grandes hazañas, pero esos son los que Dios utilizó para sobresalir. Moisés era tartamudo. Si alguien busca un empleado, jamás pondría a alguien que no pueda hablar, contrata a alguien que sea apto, pero Dios mandó a Moisés con un rey. ¡Qué escenario! ¿Qué excusa le pones a Dios cuando Él te llama a servir? Dios puede usar a cualquiera en cualquier condición, es más, en cualquier actividad, “hasta una burrita usó para profetizarle al profeta”, pero tú no eres cualquier cosa, te puede usar a ti que no eres cualquier cosa, que la presencia del Espíritu nos revolucione, nos transforme, nos levante, porque Él perfecciona su poder en nuestra debilidad. Él se glorifica en lo frágil, en lo necio, en lo que no es, Él levanta al pobre del polvo y lo hace ser príncipe, toma a la mujer estéril y la hace ser madre de hijos.

Los inicios son pequeños, limitados, por eso, cuando tengas la oportunidad de bendecir o ayudar hazlo. No menosprecies a nadie por su condición u origen porque podría estar desechando a un Gedeón. Recuerda el que te hace un daño, te está haciendo realmente un gran favor, pues “a los que aman a Dios todas las cosas ayudan a bien”. No digas que, tus orígenes o habilidades no son buenas. Dios va a usarte a pesar de que estés pasando por limitación, tristeza, desdicha, Dios va a usar tu vida para glorificarse y mostrar en ti su grandeza. Él te ha dado un lugar en su familia y en su mesa. Donde hubo ruina Dios trae restauración, donde hubo caos Dios trae orden. Llénate del poder del Espíritu Santo.

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